No se trata este vietnamita de un viajero que recorre el mundo con su mochila a la espalda. Tampoco se trata de un marinero, que tras tocar los mil y un puertos que repartidos por el mundo son, recala en el de esta alegre ciudad mediterránea. Tampoco se trata de una afamada maestra cocinera venida de un reputado restaurante de Ho Chi Minh o de Hanoi. Ni siguiera hablamos de una representante de las artes y la cultura de aquel país.
No.
El vietnamita de mi cuento es un bonito paquete de tabaco -del cual me encuentro muy ufano por su posesión- traído por la jefa de mi mujer, que se ha casado recientemente y ha pasado su luna de miel en aquel lejano, misterioso y exótico rincón del mundo, del cual ha vuelto presa de su encanto y hechizada por los atardeceres vividos en la bahía de Halong, creyendo, incluso, haber visto alguno de los dragones celestiales enviados a ese paraje por aquel Emperador de Jade cuando la invasión china, allá por el principio de los tiempos.
Y con el sonido del laud nguyet dàn aun resonandole en los oidos, ha venido narrando maravillas sin cuento de aquellos espacios tan luminosos y coloridos. Me alegro por ella y por su marido. Va por ellos esta entrada.
P. D.: Debo añadir que este paquete tiene un doble mérito, pues al muy de agradecer de haber sido traído especialmente desde tan lejos para mi, he de añadir que quien lo ha traído es una alta directiva de la LIPECOT, o sea, de la LIga PanEuropea COntra el Tabaco, lo cual le da un plus de valor añadido.
RECUERDA: FUMAR ES NEFASTO PARA TU SALUD Y LA DE LOS DEMÁS
No hay comentarios:
Publicar un comentario